atallas por la libertad de los cinco de paz y amor. A ella se incorporan mujeres y hombres dignos de todos los pueblos ante el llamado que hizo René González Shewerert, Héroe de la República de Cuba.
Como vestido de cintas amarillas lució el archipiélago cubano el pasado 12 de septiembre. El color adquiere el símbolo de la esperanza. Ese día se reafirmó la actitud comprometida en cada uno. No hubo límites, ni exclusión. Las ideas martianas se hicieron presentes, ninguna voz es débil para rendir tributo, para pedir justicia, y libertad.
Son cuatro, nos dicen, pero seguimos llamándolos: Cinco, No podemos excluir a René González quien cumplió una injusta sentencia de casi 15 años; ahora vive entregado a la lucha por los cuatro que faltan, lucha, que es ya, larga y continuará mientras ellos se encuentren en la cárcel. La petición de René a través de la televisión, la radio, la prensa escrita y de compañero a compañero ha calado en los corazones cubanos.
Lo escuchamos aquella mañana cuando habló en El Monte de las Banderas, y también por la noche en la Tribuna Antiimperialista, dijo al mundo que:
“cuatro hijos de esta tierra languidecen en prisiones norteamericanas por el crimen de defender la vida humana. Por resguardar nuestro derecho a la tranquilidad y a la existencia. Sus voces nos llegarán hoy desde sus encierros y lo harán libres de odios y rencores. Nos traerán esa alegría de vivir que les hizo asumir este sacrificio en primera instancia. Nos recordarán que sus espíritus no pueden ser quebrados por todo el encono que el Gobierno más poderoso de la historia humana ha dejado caer sobre ellos. Se les castiga con tal saña porque -parafraseando a un poeta- emiten una luz que para sus acusadores resulta insoportable».
Nos pidió acciones para que el Gigante de las Siete Leguas detenga su odio, un odio implacable, injusto, como dijo José Martí: el de aquellos que envidian una superioridad de espíritu y una largueza del corazón que no posee. Es el odio mezquino a todo lo generoso.
“La cinta amarilla es símbolo de paz y amor”, afirmó una estudiante del barrio de Cayo Hueso en La Habana, quien escuchó la explicación del Héroe trasmitida por la televisión cubana, sobre la bella historia de amor, y origen de la canción del regreso. Hecho romántico, que surgió en el pueblo norteamericano el siglo pasado, la historia del joven que al salir de prisión encontró, no una, si no cien cintas amarillas colgadas en un árbol, muestra de solidaridad de los amigos que se unieron a la novia amada, pidiendo su libertad. Agregó.
Aquel día observamos la identificación de los jóvenes con adultos, ancianos, adolescentes, niños y residentes de otros países quienes ocuparon la vanguardia en el reclamo del regreso de los cuatro hijos de Cuba. Uno de ellos está muy enfermo: Ramón Labañino. No permitirá el pueblo de Estados Unidos el olvido de la solicitud que hizo su hija Laura Labañino para que su padre enfermo sea atendido debidamente, o excarcelado antes de quedar inválido.
El clamor se hizo también desde el sitio dedicado a la imagen del joven José Martí en La Fragua Martiana, ante la estatua de bronce, la que retrata al preso 113, obra del escultor José Villa, ubicada en el escenario donde el Héroe Nacional de Cuba, cumplió Prisión Política, que calificó como un infierno, peor que el narrado por Dante Aleghieri en su obra. Es el sitio donde el joven padeció al ver a niños y ancianos realizando como él, trabajo forzado. Él fue víctima del odio y la ignorancia al ser condenado y enviado a prisión injusta por el Gobierno español el 5 de abril de 1870. Ese mismo año había cumplido 17 años.
Allí frente al monumento, quedó constituido el Club Martiano por la liberación de los Cinco Héroes, integrado por todas las generaciones y presidido por el periodista Wilber Rodríguez Fernández.
Quedaron como miembros de honor los Cinco Héroes de la República de Cuba: Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González. y René González, quien además fue elegido Presidente de Honor.
Al fundar este Club fue enaltecida la Fragua Martiana, y la Universidad de La Habana, que desde 1962 está al cuidado del recinto histórico que guarda la memoria eterna de hechos relacionados con nuestros combatientes por la libertad y el antiimperialismo, desde José Martí, la Generación del Centenario, hasta los días de hoy.
Este frente relevante en defensa de los Cinco Héroes, eleva también al barrio de Cayo Hueso, cuyos residentes, en el municipio de Centro Habana son custodios naturales del Monumento Nacional quienes tienen el privilegio de poseer en su territorio ese patrimonio amado.
El acto fue presidido por el Dr. Armando Hart Dávalos, miembro del Comité Central del Partido y director de la Oficina del Programa Martiano. Estuvieron presentes Combatientes de la Revolución, entre ellos el Dr. Juan Nuiry y Héctor Rodríguez Llompar; pioneros y maestras de varias escuelas de la localidad, alumnos y colaboradores del Aula del Adulto Mayor, estudiantes y profesores universitarios, periodistas, historiadores, especialistas y trabajadores del centro, escritores y artistas plásticos.
A nombre de los residentes en Cayo Hueso hablaron las pioneras y pioneros, dirigiéndose especialmente al Héroe antiterrorista. Él los felicitó y abrazó. Dio lecciones de ética en sus intervenciones. Vislumbramos las virtudes que deben trasmitirse a las nuevas generaciones durante el breve intercambio donde afloraron los valores que hacen fuerte a nuestro pueblo.
Ese día como siempre, a su lado, estuvo presente Olga Salanueva, su compañera, combatiente por la libertad de los Cinco, Igualmente estuvo la querida Mirta Rodríguez, madre de Antonio Guerrero y Graciela Ramírez coordinadora del Comité de Solidaridad con los Cinco Héroes.
No perdemos la esperanza. Basta de sufrimientos, expresó una anciana de Cayo Hueso, pedimos al Presidente de Estados Unidos ver a Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González. y René González, juntos en Cuba, con sus familiares. Su pueblo los espera con las cintas amarillas multiplicadas por el mundo.