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Por Ricardo Mamani

La visita del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, a La Habana para asistir a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) despertó revuelo en Miami, donde siempre ocurre lo mismo, cualquiera sea el personaje que planifique un viaje a la isla o haya estado por allá.

   Insulza estará en la isla, pero eso no significa que Cuba busque su inserción a la organización continental, sin la cual ha vivido durante décadas, aunque da igual para los enemigos de la Revolución cubana, cuyo único objetivo es intentar desprestigiarla, al costo que sea.

   No es casual entonces que, nada más conocerse la determinación del ex canciller chileno de asistir a la II Cumbre de la Celac, prevista para los días 28 y 29 de enero, la ultraderecha miamense organizara actividades para intentar impedir el viaje a la capital cubana de Insulza y hasta de los presidentes de la región.

   Como siempre, participaron veteranos opositores a la causa cubana, gente que le ha sacado plata al caso Cuba y que llevan una vida de lujos y sosiego en Estados Unidos, entre ellos el nonagenario Hubert Matos, a quien se le pudo ver cerca -en algunas fotos- del activista contrarrevolucionario Antonio G. Rodiles.

   Como siempre, alegaron que la presencia de Insulza y de los jefes de Estado de la región en Cuba fortalecería la imagen internacional del gobierno cubano, un tema que por trillado ya aburre, porque es el mismo del primer día, de la primera vez.

   Se podría hacer un listado de las personalidades que, bajo presión, declinaron visitar Cuba o de aquellos que, después de pasearse por La Habana y entrevistarse con su gente, vieron como las puertas de Miami se les cerraron.

   A la memoria me vienen ahora el cantante Julio Iglesias, a quien amenazaron con cerrarle las puertas de las disqueras para que abdicara de sus intenciones de presentarse en Cuba. Y lo hizo. O el salsero venezolano Oscar de León, quien a principios de la década de los ochenta del siglo pasado, deleitó a los cubanos con su música de influencia cubana y al regresar a Estados Unidos se encontró con las puertas cerradas y optó, entonces, por mentir sobre lo que vio en Cuba.

   Lo mismo intentan hacer esta vez, y lo intentaron en otras ocasiones, aunque no siempre con el éxito que consiguieron con Iglesias y De León.

   Esta vez, Cuba organizará su Cumbre, para la cual ya se encuentran en La Habana varios mandatarios y la derecha miamense y aquellos que, desde dentro de Cuba, le hacen el juego, no tendrán otra opción que guardarse la extremidad entre las piernas y esperar otra oportunidad, porque sus viejos argumentos tienen cada vez menos asideros y son menos creíbles.

   Aún así, no será la última vez. Volverán a intentar el descrédito, porque de eso viven y bien.